No desmayes, tu día llegará

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Chiqui Corzo y familia

Por Chiqui Corzo

Si tú has recibido de Dios un sueño, una meta, una herencia prometida y ésta aún no ha llegado, quiero decirte: “No desmayes, tu día llegará”.

collage de fotos ChiquiUn precioso domingo del año 1,984 fui invitada para asistir a una iglesia cristiana. El Pastor estaba predicando un tema que llegó a mi corazón, penetrando, partiendo el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos y me hizo discernir mis pensamientos y las intenciones de mi corazón. De pronto me vi corriendo hacia el altar y, entre lágrimas, escuché varias voces que decían: “Miren, es Chiqui, está recibiendo a Jesús”.

A partir de ese día consagré mi vida al Señor. Tenía hambre de la Palabra, hambre de oír, de recuperar el tiempo perdido.

Mi hambre era tan grande que, pasado el tiempo me inscribí en una escuela Bíblica. Para mí fue como si en mi corazón hubiera estallado una granada, o que un volcán hubiera hecho erupción. Cada día descubría cosas nuevas. Así como un niño quiere descubrir el mundo que le rodea, así Dios me revelaba cosas diferentes cada día y se cumplía en mí la Palabra que dice: “Sus misericordias son nuevas cada mañana”.
Cierto día de 1,988, el Señor impacto mi corazón. Con voz tierna me dijo: «Hija: pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra”. Esas palabras quedaron grabadas para siempre en mi espíritu y venían a mi mente una y otra vez.

Tomada de esa promesa, estudié en varias Escuelas Bíblicas-Misioneras. Yo estaba tan deseosa de aprender, de conocer de que se trataba esa herencia prometida, esa palabra preciosa que el Señor me había dado, que me inscribí en cuanto curso de misiones podía. Literalmente tenía mis maletas hechas y listas para salir a las naciones. Mis hijas tomaron, junto conmigo, la visión y esperaban con ansias esa herencia prometida. No sabíamos que había un largo camino por recorrer.

Mientras estudiaba, oraba por las naciones. Mis hijas crecieron con la idea de que un día sería el momento de salir, en el momento menos pensado, pero nada pasaba.

Toqué muchas puertas. Hablé con varias organizaciones, pero parecía como que “Yo no llenaba los requisitos para salir”.

En esa búsqueda del cumplimiento de la promesa, servía al Señor en mi Iglesia. Todo lo que hacía llenaba mi vida. Pero la llama de la herencia prometida se mantenía siempre encendida. Como los años pasaban y no se abría ninguna puerta le dije al Señor: Apágame esto que siento, porque por un lado estaba la certeza del llamado y por otro, las puertas cerradas.

Dios tenía un plan maravilloso

No cabe duda que Dios tenía un plan maravilloso: Él deseaba que mi alma fuera preparada, fortalecida y revestida de fe.

Durante el año 1,999 estuve recibiendo mensajes fuertes del Señor y con mucha unción refrescante. Dios todo lo tenía planeado para que la promesa se cumpliera en mi vida.

Muchas áreas de mi vida fueron cambiadas, cada día Dios hacia cosas nuevas dentro de mí. El Espíritu Santo estaba restaurando mi vida, era como cuando limpiamos frijoles. Se colocan en la olla, se les echa agua e inmediatamente suben frijoles picados, palitos y hasta gorgojos pero sabemos que en el fondo hay más basura que sacar. El Espíritu Santo estaba introduciendo su mano en el agua de mi corazón y estaba removiendo el agua para que todo aquello no agradable subiera.

Cierto día, el Pastor de mi Iglesia predicó acerca de la fe de la mujer cananea (Mateo 15.21-28). Esta mujer fue probada en su fe. Fue rechazada aparentemente, por el mismo Señor Jesús, pero ella perseveró. Él Señor me dijo: Esa eres tú, eres esa mujer que ha tocado a mi puerta. Hoy se han abierto esas puertas para ti. Fue en ese momento donde el Señor me dijo: Ve, hoy es el día del cumplimiento de la promesa, tú y tu casa han sido restaurados. Ve, porque las naciones esperan por ti.

Ahora sí había luz verde para salir. Iba con fe, ese precioso ingrediente que me faltaba para alcanzar la promesa del Señor. Sabía que era hija y como tal podría recibir la herencia prometida: las naciones.

Dios puede hacer lo mismo por ti. En mi caso, alcanzar mi herencia duró 16 años. ¿Cuánto tiempo has esperado? Si tu fe ha desmayado, si has tenido un sueño que no se ha realizado, te digo: no desmayes, el día de alcanzar tu herencia llegará.

El 22 de enero del 2004, salí junto con mi hija de Guatemala hacia Ghana, Africa, tras mi herencia.

¡No desmayes, el día de alcanzar tu herencia llegará!

Un comentario »

  1. Deseo contactar a la Hna. Chiqui de Corzo, ella me dio una palabra de el Señor cuando yo estudiaba en el Instituto Biblico Cosecha el Mundo en 1993

  2. QUE BENDICION PARA TI Y TU FAM. SEGUIRE ADELANTE ESPERANDO QUE DIOS CUMPLA LA PROMESA QUE ME DIO EL 19.JUN.2006, EN APOC.3:8, SEGUIRE CREYENDI Y PIDIENDOLE QUE AUMENTE MI FE, QUE DIOS TE BENDIGA POR SER UNA GRAN MUJER Y UN GRAN EJEMPLO DE HUMILDAD PARA MUCHAS PERSONA.

  3. linda refexion, se que Dios hablo por medio de esta mujer a mi vida, se que aunque hoy este pasando pruebas dificiles estoy a punto de alcanzar mi promesa, mi tierra prometida

  4. Hola, soy de Medellín Colombia y si, al igual que ud estoy esperando ese gran dia de poder desfogar todo esto que siento dentro de mi. Es complicado esperar, pero eso nos hace pacientes en Dios. Yo sé que mi labor es importante, pero para Dios es mas importante preparar mi corazón para poder bendecir a otros.
    Gracias por contar su experiencia, pues me ayuda a ser paciente y pensar que no todo a acabado, solo que el Señor tiene su tiempo.

    Un Abrazo.

    Patricia Ramírez.

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